Que hoy día un buen expediente académico
no asegura una carrera profesional de éxito, es un irrebatible. Muchos pensaran
que injusto, pero personalmente justificado. Contra la ya arcaica idea de que
solo por estudiar se accede a una vida laboral plena y de calidad, el mercado
busca en nosotros esas famosas softskills o competencias
transversales. En resumen, un brillante expediente académico puede no ser
sinónimo de un brillante profesional.
Vivimos en la era de la bautizada titulitis.
Pero ¿para qué vale un título si detrás de el no hay una persona que refrende
lo que un papel dice?, o peor, que no es capaz de llevar a cabo aquello para lo
que ha sido formado. De acuerdo estaremos en que una formación de calidad
refrendada por un buen expediente abre puertas, de hecho, puede ser
imprescindible. Pero ¿qué son esas competencias transversales que debemos
desarrollar y de las cuales no nos examinan? ¿cuales son las más valoradas?.
Intentaré plasmaros mis cavilaciones sobre la cuestión, a raíz de la lectura de
un artículo del dominical de ‘La Vanguardia’ del cual os dejo el link
Buenas dotes comunicativas. De nada
vale saber más que nadie sobre algo, si a la hora de la verdad se es incapaz de
transmitir ideas y conocimientos. Ilustro. Todos hemos tenido ese típico
profesor del que decíamos “se nota que sabe mucho, pero explicando es nefasto”.
Imaginaos al difunto Steve Jobs presentando el nuevo iPad sin
un discurso organizado, estructurado y convincente. Imposible, ¿verdad?. En la
actualidad el mundo profesional es global, no hay nadie en el mundo que no
necesite de otras personas para trabajar o para vender su producto. Y es en
esos medios en los que transmitir de una manera comprensible, es fundamental.
Quién mejor que una novelista de éxito como María Dueñas para
afirmar que “una idea puede ser muy brillante, pero quedarse en el cajón porque
quien la tiene no es capaz de explicarla”.
Marius Rubiralta |
Mentalidad global. Poseer un perfil internacional puede ayudarnos a desempeñar nuestra
profesión alrededor del mundo. Con esto no me refiero a saber idiomas (que
también). Aludo más bien al interés por otras culturas y a la facilidad para
comprender y empaparse de las costumbres de estas. Nos sentimos halagados
cuando extranjeros nos preguntan sobre nuestras ancestrales tradiciones,
demostrando una atención hacia nuestra cultura. ¿Porqué no hacer nosotros lo
mismo?. Según Marius Rubiralta (ex rector de la Universidad de
Barcelona), “debemos poseer habilidades de internacionalización”.
Pasión. Hemos elegido nuestro
camino académico sin tener muy claro a donde dirigirnos. Pero en nuestra
madurez hemos nos hemos apasionado, por lo que estudiamos o por algo
completamente ajeno, eso es indiferente. Lo importante es sentir ese fervor por
aprender de quien más que nosotros sabe y no sentir pereza o desidia cuando de
mejorar se trata. En el citado artículo, Joan Esteve (presidente
del grupo farmacéutico Esteve) manifiesta, “hagan lo que hagan, deben poner
todo su empeño, fuerza e ilusión en cada proyecto o plan de vida que decidan
entender”. Y es que emprender es cultivar y hacer crecer esa pasión por algo.
Valentí Fuster |
Tenacidad y resistencia al fracaso. De esto sabemos un rato los que hemos dedicado algún periodo de nuestra
vida profesional a la investigación. En momentos detestable, pero que nos ayuda
en nuestra vida personal y laboral. Levantarse y buscar alternativas. En su
libro ‘ El círculo de la motivación’, el famoso cardiólogo Valentí
Fuster señala “es difícil encontrar a alguien que posea el optimismo,
altruismo y capacidad de reconocer las prioridades en el fracaso”. Pues eso.
Humildad. Somos humildes de
partida, pero alimentamos nuestro ego con más estudios, publicaciones o logros.
A pesar de ello deberíamos conservar una pueril sencillez hasta el epitafio.
Demostrar que somos capaces de aprender de toda situación y entorno. Mostrarnos
al mundo como si todo estuviese por descubrir. Enriquecernos en disciplinas que
aparentemente no tienen nada que ver con la nuestra, pero que pueden darnos una
visión o una idea que puede ser clave para nuestro desarrollo.
Y pensaréis, ¿de qué vale toda esta
chapa?. Pues sirve para que reflexionemos sobre nuestra generación y la forma
de hacer las cosas que hoy en día se estila. Estoy seguro poseemos muchas de
esas competencias transversales y está fuera de toda duda que somos una de las
generaciones con mayor formación de la historia. Entonces, ¿Por qué no cambiamos
esto nosotros?. Maite Gutiérrez en el citado artículo nos
incita a revelarnos contra la sociedad. No de un modo anárquico, si no
razonado. Debemos revolucionar esta sociedad, aportar ideas mejores que las
previas, argumentar nuestras mejoras de modo humilde y demostrar que somos
capaces de mejorar esta sociedad. No olvidemos la perseverancia, trabajo en
equipo, creatividad, etc. Pero, ¿qué pensáis vosotros?
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