martes, 20 de mayo de 2014


Que hoy día un buen expediente académico no asegura una carrera profesional de éxito, es un irrebatible. Muchos pensaran que injusto, pero personalmente justificado. Contra la ya arcaica idea de que solo por estudiar se accede a una vida laboral plena y de calidad, el mercado busca en nosotros esas famosas softskills o competencias transversales. En resumen, un brillante expediente académico puede no ser sinónimo de un brillante profesional.


Vivimos en la era de la bautizada titulitis. Pero ¿para qué vale un título si detrás de el no hay una persona que refrende lo que un papel dice?, o peor, que no es capaz de llevar a cabo aquello para lo que ha sido formado. De acuerdo estaremos en que una formación de calidad refrendada por un buen expediente abre puertas, de hecho, puede ser imprescindible. Pero ¿qué son esas competencias transversales que debemos desarrollar y de las cuales no nos examinan? ¿cuales son las más valoradas?. Intentaré plasmaros mis cavilaciones sobre la cuestión, a raíz de la lectura de un artículo del dominical de ‘La Vanguardia’ del cual os dejo el link 
Buenas dotes comunicativas. De nada vale saber más que nadie sobre algo, si a la hora de la verdad se es incapaz de transmitir ideas y conocimientos. Ilustro. Todos hemos tenido ese típico profesor del que decíamos “se nota que sabe mucho, pero explicando es nefasto”. Imaginaos al difunto Steve Jobs presentando el nuevo iPad sin un discurso organizado, estructurado y convincente. Imposible, ¿verdad?. En la actualidad el mundo profesional es global, no hay nadie en el mundo que no necesite de otras personas para trabajar o para vender su producto. Y es en esos medios en los que transmitir de una manera comprensible, es fundamental. Quién mejor que una novelista de éxito como María Dueñas para afirmar que “una idea puede ser muy brillante, pero quedarse en el cajón porque quien la tiene no es capaz de explicarla”. 

Marius Rubiralta
Mentalidad global. Poseer un perfil internacional puede ayudarnos a desempeñar nuestra profesión alrededor del mundo. Con esto no me refiero a saber idiomas (que también). Aludo más bien al interés por otras culturas y a la facilidad para comprender y empaparse de las costumbres de estas. Nos sentimos halagados cuando extranjeros nos preguntan sobre nuestras ancestrales tradiciones, demostrando una atención hacia nuestra cultura. ¿Porqué no hacer nosotros lo mismo?. Según Marius Rubiralta (ex rector de la Universidad de Barcelona), “debemos poseer habilidades de internacionalización”.


Pasión. Hemos elegido nuestro camino académico sin tener muy claro a donde dirigirnos. Pero en nuestra madurez hemos nos hemos apasionado, por lo que estudiamos o por algo completamente ajeno, eso es indiferente. Lo importante es sentir ese fervor por aprender de quien más que nosotros sabe y no sentir pereza o desidia cuando de mejorar se trata. En el citado artículo, Joan Esteve (presidente del grupo farmacéutico Esteve) manifiesta, “hagan lo que hagan, deben poner todo su empeño, fuerza e ilusión en cada proyecto o plan de vida que decidan entender”. Y es que emprender es cultivar y hacer crecer esa pasión por algo.

Valentí Fuster
Tenacidad y resistencia al fracaso. De esto sabemos un rato los que hemos dedicado algún periodo de nuestra vida profesional a la investigación. En momentos detestable, pero que nos ayuda en nuestra vida personal y laboral. Levantarse y buscar alternativas. En su libro ‘ El círculo de la motivación’, el famoso cardiólogo Valentí Fuster señala “es difícil encontrar a alguien que posea el optimismo, altruismo y capacidad de reconocer las prioridades en el fracaso”. Pues eso.


Humildad. Somos humildes de partida, pero alimentamos nuestro ego con más estudios, publicaciones o logros. A pesar de ello deberíamos conservar una pueril sencillez hasta el epitafio. Demostrar que somos capaces de aprender de toda situación y entorno. Mostrarnos al mundo como si todo estuviese por descubrir. Enriquecernos en disciplinas que aparentemente no tienen nada que ver con la nuestra, pero que pueden darnos una visión o una idea que puede ser clave para nuestro desarrollo.

Y pensaréis, ¿de qué vale toda esta chapa?. Pues sirve para que reflexionemos sobre nuestra generación y la forma de hacer las cosas que hoy en día se estila. Estoy seguro poseemos muchas de esas competencias transversales y está fuera de toda duda que somos una de las generaciones con mayor formación de la historia. Entonces, ¿Por qué no cambiamos esto nosotros?. Maite Gutiérrez en el citado artículo nos incita a revelarnos contra la sociedad. No de un modo anárquico, si no razonado. Debemos revolucionar esta sociedad, aportar ideas mejores que las previas, argumentar nuestras mejoras de modo humilde y demostrar que somos capaces de mejorar esta sociedad. No olvidemos la perseverancia, trabajo en equipo, creatividad, etc. Pero, ¿qué pensáis vosotros?

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