Un par de días después de escrutinios y
en plena vorágine de análisis políticos y sociológicos, pero ya con una cierta
perspectiva sosegada y racional de la situación. Mi identidad 2.0 es apolítica,
y así va a seguir siendo. No voy a realizar una reflexión política, colorista y
poco objetiva. Mi idea es dirigir estas líneas hacia un pequeño juicio de la
situación periodística que domina nuestras horas. Y es que cada período
electoral sirve para ratificar la sistemática falta de objetividad en los medios
de comunicación
No soy un experto en el tema, nada más
lejos. De hecho desconozco el modo en el que los hilos del poder promueven una
organización periodística determinada. Pero soy uno de esos individuos que
gustan de contrastar la información. Llámame loco. Recomendable ejercicio para
aquellas mentes inquietas que buscan un como y/o un porqué.
Sigamos una secuencia lógica. Sabemos que los medios de comunicación están dirigidos por personas. Toda
persona posee sus ideales. Por lo tanto, existe un riesgo importante de
orientar estos medios de comunicación al acomodo de la ideología de las personas que lo dirigen. O incluso,
arrimarse al sol que más calienta en búsqueda de ‘favores’. Esto puede conducir
a una falta de objetividad predeterminada, y a que el índice de confianza que
suscita un medio presente como variable fundamental la orientación
socio-política del usuario/lector/televidente.
Casi siempre nos consolamos con que en el
resto del mundo no están mejor que nosotros. Y esto es cierto según con quien
nos comparemos. Existen varios casos de censuras subyacentes tras una aparente
libertad de expresión (Cuba, Rusia, Venezuela, etc). En estos casos, lo
injustificable no es la falta de objetividad de los medio, si no la dictadura
informativa existente. Pero ¿y en nuestro país? Somos una sociedad que se
auto-considera desarrollada, pero una sociedad realmente avanzada no se
conformaría con unos medios de comunicación ciertamente partidistas. Cada resaca
de jornada electoral asistimos a un ejercicio poco ejemplar de como
informar. Repito, mi humilde opinión. Está claro que deben existir medios de
todos los colores, pero debieran relegar ese partidismo a su sección de
opinión. Para mí existe un principio inquebrantable. La veracidad. Falta ética
y credibilidad. En la actualidad todos somos conocedores de numerosos juicios
sociales y legales a medios de comunicación precisamente por esta falta de
veracidad. Unos por negar y los otros por exceder. Y es que ya decía mi madre
que en el equilibrio está la virtud.
Cada cual tiene su película y se afana en
venderla de un modo radical para llegar a cuanto más público mejor (siempre dentro de su sector amigo). Muchos son
discursos vacíos de contenido, como los que muchos políticos promueven. Las
portadas son las que venden, y normalmente están dirigidas a un público
particular. No interesa llegar a otros sectores de la sociedad que no comulguen
con la línea editorial marcada. En definitiva. Nos consideran algún tipo de
plastilina, con esa ductilidad ideológica propia de una sociedad hastiada y
lobotomizada por sus titulares, vídeos y artículos de opinión.
Lo que para unos es un fracaso para otros
es un éxito. Pedimos políticos honestos, y deberíamos luchar además por medios
de comunicación más moderados y racionales. Lo que debería ser un mero medio de
transporte de la información, se parece más a un cartelón propagandístico donde
solo se da cabida a los profesionales afiliados o acólitos a dicho medio. Una
prensa libre es sinónimo de una sociedad madura e interesada por lo que
realmente ocurre, y considero un paso fundamental para establecer las bases de
un estado avanzado e inteligente.
Dicho esto, todavía existen reductos morales y objetivos. No muchos pero respetados por todos.
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