He de confesar que no
estoy al tanto de 'onomásticas’ científicas, pero por señalado me ha sido
imposible no recordar (o ser recordado) que esta semana se celebra el
aniversario del descubrimiento de la estructura secundaria del ADN. Y matizo
bien, secundaria. No voy a predicar acerca de la importancia de tal hallazgo ni
dar un sermón semi-científico sobre la trascendental resolución de la
estructura del ADN. No es mi intención, ni me considero competente para tal
hecho. Pero he leído durante esta semana algunos aspectos relacionados con
dicho acontecimiento que me han suscitado una importante curiosidad. Me
gustaría compartirlo con vosotros, de un modo sencillo y espero entretenido.
La publicación el 25 de
Abril de 1953 en la afamada revista científica ‘Nature’ de un artículo
titulado ‘A Structure for Deoxyribose Nucleic Acid’ constituyó
revolución y polémica a partes iguales (mira, algo que conservamos de nuestros
abuelos). Los autores, los ya eternos Watson y Crick que todos los de mi
generación conocemos por nuestros libros de biología. Como todos sabéis (y si
no, deberíais revisar vuestros manuales de ‘Conocimiento del medio’) la doble
hélice viene a explicar donde y como se conservan en forma de secuencia los
genes (apareamiento de bases nitrogenadas entre las cadenas de
polinucleótidos), implicados en la síntesis de proteínas, regulación de
reacciones químicas celulares y por tanto gobernantes de todo lo que ocurre a
mayor escala en todo ser vivo.
Pero STOP. Vamos a por lo
interesante, una historia de robos científicos, competencias mortales y fama.
Bueno, quizás no tanto pero tengo que convenceros de que merece la pena seguir
leyendo.
Bien, a estas alturas de la historia
sabemos; existen unos paquetes denominados genes y están compuestos por ácido
desoxirribonucleico. ¿Que más podemos saber?. Claro, ¿Que estructura tiene todo
esto del ADN? Después de todo una molécula tan importante, tendrá que tener una
muy compleja estructura para formar organismos tan complejos y completos como
una bacteria o un elefante, sin olvidarnos de nosotros mismos.
Por entonces, Watson y Crick
decidieron recurrir a los estudios de difracción de Rayos X (sí, esos con los
que se ve solo el esqueleto) para estudiar cual era la estructura molecular del
ADN, antes de aventurarse a proponer una estructura espacial. En 1951 ya se
conocía incluso que el ADN estaba formado por una columna de grupos fosfato y
unidades de ribosa de la que sobresalen las bases púricas y pirimidínicas.
Pensaban que la información genética estaba relacionada con la secuencia de
estas bases, pero no sabían ni como, ni cuantas cadenas formaban una molécula
de ADN.
Y aparece la figura del
mejor químico del mundo y para muchos de la historia, Linus Pauling, autor de
una teoría del enlace químico absolutamente alucinante para la época. Estos
genios destacaban por simplificar las cosas, y nuestro amigo Linus empleando unas
simples bolas y unas varillas se saco de la manga la estructura primaria del
ADN, la hélice alfa. Considerando lo que el genio de la química proponía,
Watson y Crick intentaron establecer una correspondencia entre dicha hélice
alfa y los datos de difracción de rayos X que ellos habían obtenido. Bueno,
como todo lo empírico, ensayo - error. Sus primeros modelos proponían tres
hélices, pero fueron rápidamente rechazados por Wilkins y Franklin
(cristalógrafo y cristalografa del Laboratorio de Cavendish en Londres).
Basándose en las investigaciones de estos amantes de los cristales, nuestros
amigos Watson y Crick lo vieron claro. Observaron manchas en forma de cruz en
los patrones de difracción, lo que para ellos era una muestra inequívoca de una
estructura helicoidal. Cuando Crick y Watson la observaron por primera vez,
pensaron, entusiasmados que “una estructura tan bonita tenía, por
fuerza, que existir”.
Y así fue. Quedaban
todavía cuestiones que resolver (apareamiento entre bases de las hélices,
distancia entre ‘escalones’, etc) pero la molécula más bonita del mundo, había
sido descubierta. Era 1953, y desde entonces... (Continuará).
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