lunes, 14 de abril de 2014



Ya fué hace un par de semanas cuando nos levantábamos con la noticia de que Vega Sicilia retiraba del mercado alrededor de 500.000 botellas de Pintia 2009 y Alión 2010. Alegando problemas de turbidez provocada por materia en suspensión decidió recoger de los puntos de distribución este medio millón de botellas. Llamadme incrédulo pero me cuesta comprender como una bodega de tal prestigio y caracterizada por elaborar un producto “premium” cometa una novatada de este tipo. Comienzo con mis disquisiciones.


Fuentes de la propia bodega explicaron que en el proceso de clarificación de estos vinos se empleaban 2 claras de huevo por barrica. Es conocida la capacidad clarificante de la clara de huevo por la presencia en esta de una proteína con esta capacidad, la albúmina de huevo. Achacan el problema en estas añadas por la utilización en un nuevo producto para la clarificación, que al parecer no tuvo el rendimiento esperado, dando lugar al ya citado problema. Cuanto menos sorprendente.


En primer lugar me llama poderosamente la atención que una bodega con una capacidad productora elevada y señalada por comercializar un producto de destacada calidad, deje en manos de 2 claras de huevo una operación crítica. Como podéis imaginar ni todos los huevos tienen la misma cantidad de albúmina ni todas las barricas tendrán caldos con la misma turbidez, es decir, estás jugando a la lotería. No me lo creo, y más considerando la gran gama de enzimas de clarificación rápida presentes en el mercado de los productos enológicos por un precio asequible ínfimo. Menos tradicionales pero igualmente inocuos.

Comprendo la tendencia ecológica y naturalista en la elaboración del vino, pero hasta llegar a este punto ni la entiendo ni la comparto. Creo que esta explicación lo que pretende es arraigar la idea de que se elabora un producto natural y tradicional, como si utilizar estos productos para la clarificación cambiase de un plumazo la “naturalidad” del producto.

Es el propio consejero delegado de Vega Sicilia, el Sr. Pablo Álvarez quién explicó que el problema se basaba en la presencia de un exceso de antocianos en el producto. Una bodega de tal magnitud tiene laboratorios de control, y la determinación de la concentración de taninos y antocianos es tan innegociable como imprescindible antes de la introducción en barrica. Por lo tanto, refuerzo mi idea, no termino de creérmelo.


Algunos medios equiparan ya este episodio con el producido por el famoso TCA. Ni por asomo me parecen comparables. No se que pensar ya que no soy la voz más autorizada ni experimentada para hacer una afirmación taxativa, pero algo me huele a chamusquina. No se si el origen de esto radicará en los problemas dignos de “Falcon Crest” existentes en el seno de la familia propietaria o a un error de bulto. A vuestro juicio lo dejo.

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